Alberto Conejero López y Alejandro Tantanian: Cliff (Acantilado)


Los fantasmas de un actor

La obra del dramaturgo español, que se estrena mañana, pone el foco en el actor Montgomery Clift, una figura hoy injustamente olvidada. “¿Cómo se hace para sobrellevar el peso de la máscara social, para vivir con lo que los demás esperan de uno?”, plantea el autor.

A mitad de camino entre la realidad y la ficción, la figura del actor estadounidense Montgomery Clift es el eje de Cliff (Acantilado), obra del español Alberto Conejero López que sube a escena mañana en El Extranjero (Valentín Gómez 3378), bajo la dirección de Alejandro Tantanian y la actuación de Nahuel Cano. La acción de la pieza transcurre en 1961, unos días antes de la entrega de los Oscar, premio al que Clift había sido nominado por su actuación en El juicio de Nuremberg, galardón que finalmente no recibió. En el monólogo de Conejero López, el actor se encuentra trabajando en una versión de La gaviota, de Chejov, con la intención de volver al teatro, tras haber decidido abandonar su carrera cinematográfica. “No se trata de una bio-play”, advierte el autor en la entrevista con Página/12, lo cual se hace evidente ya desde el título, donde aparece alterado el nombre del actor. Y si bien es cierto que Clift había interpretado al personaje de Treplev en la obra del autor ruso, esto sucedió en 1954. Otro dato de ficción es su retiro del cine, ya que el actor no dejó de filmar hasta 1966 –año de su muerte–, a pesar de haber sufrido diez años antes un grave accidente que le desfiguró el rostro.

“Fue un actor que tuvo que vivir una transfiguración muy grande, pero que no dejó de filmar, de dar la cara”, apunta Tantanian en la misma entrevista. Según el autor, el monólogo subraya el deseo de Clift de “apartarse de los mandatos de los estudios cinematográficos y la industria del espectáculo, además del hostigamiento del que era objeto por parte de los medios de comunicación”. La obra muestra al personaje repasando diversos tramos de su vida –aparecen en su discurso James Dean, Marilyn Monroe, Marlon Brando y su confidente, Elizabeth Taylor–, poniendo de relieve su deseo de “rescatar del naufragio de su existencia su posesión más preciada: su oficio de actor, porque Clift no quería pasar a la historia por su vida turbulenta, por suicidarse o por matarse en un accidente, como Marilyn Monroe o James Dean”, según aventura Conejero López.

–¿Cómo surgió el interés por la figura de Montgomery Clift? Otros actores de su generación son más recordados...

Alejandro Tantanian: –Es cierto: Marlon Brando y Marilyn Monroe se convirtieron en iconos, mientras que a Clift solamente lo recuerdan los conocedores del cine.

Alberto Conejero López: –En España vi un ciclo de sus películas y me atrajo su estilo de actuación y luego, leyendo sobre su vida, su determinación de no responder a la imagen que de él quería dar Hollywood. Clift sentía un gran rechazo por el modelo de galán romántico que se le imponía. También debió convivir con su homosexualidad no declarada y con sus adicciones.

–¿Cómo se generó la obra?

A. T.: –Conejero formó parte del segundo seminario para autores organizado por Panorama Sur, dedicado a los dramaturgos de habla hispana. Y cuando leí la obra decidí hacerla porque me conmovió ese personaje lúcido y sensible que acepta su propio destino.

–¿Cómo fue estructurado el relato?

A. C.: –Tras un breve prólogo en el cual se relata el accidente, vemos al actor preparándose para asistir a la ceremonia de entrega de los premios Oscar, a los que es nominado por cuarta vez. El monólogo continúa una vez que el protagonista sabe que el galardón no le fue otorgado. Que el personaje volviera a hacer La gaviota en plena madurez me sirvió para realizar un paralelismo entre Treplev y Clift.

–¿Cuáles son las coincidencias entre uno y otro?

A. C.: –Ahogado por la madre, una actriz exitosa, Treplev es pura potencialidad, pero sabe que le espera el fracaso. Sus ideales, su voluntad de cambio son conmovedoras. Por su lado, Clift –quien también tuvo una madre absorbente– cree en su trabajo como actor, apuesta a su arte y deja de lado su fotogenia. Siempre tuvo esa conciencia, pero esto se potencia después del accidente.

–¿Qué características tiene la puesta?

A. T.: –La obra no cuenta una historia de manera lineal. El personaje monologa, pero no porque no haya otros actores, sino porque lo hace desde su propia soledad. En la puesta habrá un video que muestra imágenes del verdadero Clift, dando lugar a un discurso visual paralelo. La tristeza, la melancolía constituyen una mirada sobre el mundo. Cuando surgen parece que el tiempo se suspende y deja lo humano más al descubierto.

–Más allá de la figura de Clift, ¿de qué habla su obra?

A. C.: –Encontré en él un símbolo para plantearme una pregunta que recorre todo el texto: ¿Cómo se hace para sobrellevar el peso de la máscara social, para vivir con lo que los demás esperan de uno?

A. T.: –Clift vivió los diez años que siguieron al accidente, los últimos de su vida, como una estatua rota. Su lucha es conmovedora.

–¿Qué significa el subtítulo de la obra?

A. C.: –Hace alusión a la idea de que el personaje se asoma a los miedos y fantasmas desde el acantilado que es uno mismo.

* Cliff (Acantilado), sábados a las 23 en El Extranjero, Valentín Gómez 3378.

Fuente: Página/12

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